El pasado mes de febrero, y desde hace 16 años, la Feria de Arte Contemporáneo Zona MACO se realizó en la Ciudad de México, congregando a cientos de personas involucradas en el sistema de compra-venta de obras de arte. En este nivel del circuito, galeristas, coleccionistas, artistas y chismosos, en general, se reúnen en celebraciones chic donde se hace notorio que se necesita mucho dinero y mucho alcohol para sostener que existe un “discurso elevado” en alguna parte de este escenario. Basta atender a las pretenciosas cifras que circularon en la feria: una obra de Keith Haring en 7 mdd, otra de Jean Michel Basquiat en 15 mdd, o una pieza de Rufino Tamayo en millón y medio.
Mientras tanto, Puebla vive un supuesto boom del mercado de bienes raíces de lujo. De acuerdo con una publicación de El Economista, la zona de Angelópolis cerró las ventas de 2018 con un incremento del 30% respecto al año anterior. Por lo que, deberían existir miles de metros cuadrados ávidos de ostentación y adorno, de alguna pintura, fotografía o grabado. Aún más, en una ciudad rebosante de estudiantes de arte, diseño y arquitectura, que provienen en su mayoría de costosas universidades privadas con un obsesivo discurso emprendedor y empresarial, estaríamos presumiblemente ante la ecuación perfecta para el florecimiento del mercado local del arte.
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Publicado en: Lado B
Marzo-abril, 2019